viernes, enero 18, 2008

Sube y baja

Subo solo por una senda estrecha, empinada, de suelo pedregoso y tremendamente irregular; voy completamente concentrado, escudriñando los primeros metros delante de mí en busca del lugar adecuado en el que debo realizar el siguiente apoyo. La subida es larga y dura, mi corazón late a buen ritmo y mi respiración es rápida pero acompasada; los pasos cortos y ahorradores, sin poderosas exhibiciones –todavía quedan varias horas para llegar-.

El final de la subida se hace más duro, y mi respiración es ya bastante agitada. Decido seguir corriendo, sin andar; las piernas me duelen por el esfuerzo, sudo a mares, pero me esfuerzo al máximo en mantener la concentración, queda muy poco para llegar a la bajada, sí, ya está ahí.

Hay unos metros llanos en los que recupero el resuello, los justos, y enseguida me lanzo a bajar. Me encantan este tipo de bajadas técnicas por senda: tienes que estar muy concentrado para poder ir rápido, anticiparte al terreno, ser ligero de piernas. No tengo las piernas muy fuertes, así que tengo que compensar esa carencia con habilidad y pillería, evitando grandes saltos que puedan lesionar mi maltrecha rodilla.

Los primeros minutos son tremendos, con la adrenalina por las nubes, eufórico, pero conforme se va alargando la bajada las piernas comienzan a notar la exigencia del terreno y así aparecen los primeros sobresaltos.

Felizmente no llego a aterrizar en ninguna ocasión, y acabo la bajada cansado pero satisfecho; no hay nada como una dura subida por una preciosa senda seguida de una bajada técnica por otra senda igualmente bella.

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