viernes, junio 15, 2007

Retorno a Montaña Negra

El miércoles a mediodía me acerqué al Sanatorio para hacer mi primer entreno por montaña desde que reanudé mi vida correril normal-primero y último antes de Moró-.

Estaba algo nervioso, no sabía como me responderían las piernas tras más de un mes sin montañear, así que he salido tranquilo en busca de sensaciones. He elegido mi ruta preferida, cresteando por la senda que comienza en la parte alta del Sanatorio hasta llegar a la cantera y vuelta por el camino clásico que lleva a los naranjales que sustituyeron infaustamente hace pocos años parte del bosque existente.

Las primeras subidas y bajadas son suaves, perfectas para calentar músculos y prepararlos para la primera rampa dura -nada que ver con las aventuras de Berto, claro-. Es una subida corta pero que cuesta hacerla trotando, pero la he subido sin problemas.

Aquí vuelvo a ver, después de un tiempo, los devastadores efectos del incendio reciente que asoló la zona. El matorral ha aparecido de nuevo pero ahí siguen los espantosos e innumerables restos carbonizados, antaño acogedores huéspedes de hermosa vida animal. Oigo también el sonido de sierras talando árboles, y veo que han ensanchado la pista en algunos tramos: ¡mala cosa! No sé que me da que pronto transformaran esto en una urbanización. ¡Qué pena!

Volvamos al entreno: luego viene otro tramo suave de subeybaja y finalmente dos subidas cortas pero duras que también he hecho al trotecortito. Las sensaciones hasta ahí (unos 26 minutos) han sido buenas, ahora queda ver como acometo la bajada algo técnica que lleva hasta la cantera.

La hago con precaución, no me conviene zapatear mucho ni darle demasiada caña a mi malditotalónderecho, así que me concentro en la bajada sin arriesgar en absoluto. Me encantan las bajadas que yo llamo técnicas, bajadas por sendas estrechas con suelo irregular que exigen concentración para elegir dónde depositar los pies; aunque bajo con cuidado, consigo disfrutar de la bajada.
Una vez en la cantera, ligera subida y luego bajada por la senda que vuelve a los naranjales. Finalizando la bajada veo un corredor a lo lejos y decido cambiar el ritmo para ver si le pillo; afortunadamente iba bastante suave, así que llegando al bosquecillo del sanatorio lo paso raudo y veloz; no lo reconozco, le saludo pero creo que no me lo devuelve, hago la última bajada fuerte y acabo muy satisfecho. Quince minutos largos de estiramientos finiquitan un entreno que me ha dejado un buen sabor de boca.

No hay comentarios: