martes, noviembre 21, 2006

La aventura continua. El encuentro con nuevas gentes.

... El día amaneció desapacible, con mucha niebla, pero nuestra pareja de héroes no se amilanó por el mal tiempo y reanudó el azaroso viaje. Tras varias horas de penosa subida avistaron a lo lejos, en lo alto de una colina, lo que parecía un próspero poblado. Con ánimos renovados apretaron el paso ansiosos de tomar contacto con seres humanos tras un largo tiempo de soledad.
Poco antes de alcanzar el poblado, salieron a su encuentro un grupo de hombres armados que, en un valenciano singular, les interrogaron acerca de sus propósitos. Pepet, que se interpuso valerosamente entre los guerreros y Paquita, les contó de forma muy resumida su historia; éstos, al escuchar el relato, se dispusieron a llevar a la intrépida pareja al consejo de ancianos que gobernaba el poblado. Mientras caminaban, Paquita y Pepet se enteraron de que el nombre de los habitantes del lugar era “useritas”, que eran agricultores, ganaderos y cazadores –de hecho, les dijeron que la senda por la que habían llegado era la “senda de los cazadores”, llamada así porque llevaba a los mejores lugares de caza de los contornos.

Todo el pueblo se fue añadiendo a la comitiva, y así llegaron hasta una plaza presidida por una formidable carrasca, bajo de la cual se hallaba reunido el consejo de ancianos, cada uno de los cuales tenía a su disposición un barrilete de vino tinto y un surtido de embutidos que agudizaron el hambre de Pepet y Paquita. El representante del consejo les hizo sentarse enfrente del consejo y les conminó a repetir el relato de su aventura minuciosamente, interrumpiendo de cuando en vez el mismo con atinadas preguntas. Una vez terminada la narración, y tras una breve reunión del consejo, el anciano portavoz anunció que la pareja venida de orillas del mar sería bien recibida, agasajada y ayudada en lo que fuera necesario para que tuviera éxito en su misión, puesto que su pueblo también sufría grandes penurias por causa de la falta de agua.

El pueblo entero se vistió de gala y preparó una gran fiesta, con gran matanza de puercos y corderos que dio lugar a un festín interminable, regado por un magnífico vino tinto propio de la zona. Paquita y Pepet se dieron un atracón histórico y pillaron una cogorza monumental. Tanto fue así que el día siguiente amanecieron cada uno en una cama diferente, con compañía diferente, resultando que todo el pueblo había dormido la mona en la plaza, ancianos incluidos.

Tras una mañana recuperándose de la resaca, Pepet y Paquita se dispusieron a reanudar el camino. El anciano jefe -llamado Caliu-, les obsequió con un barrilete de vino “muy especial” según sus palabras, que únicamente debían utilizar en momentos de dificultad, así como de diversas viandas propias del lugar. Todo el pueblo salió a despedir a sus héroes, que retomaron el camino con brío renovado. (...continuará).

3 comentarios:

depiedraenpiedra dijo...

aquí desfaenada llamando a Pratchet.

Vicente dijo...

No tengo tiempo, después de Navidades lo retomo.

depiedraenpiedra dijo...

aceptamos Navidad como época estresante del año.
felicidades